8/10/14

Primera Globalización vs Segunda Globalización



English translation

 "A los monopolios no les gusta la luz y nunca les ha gustado. La externalización tiene la gran ventaja de que el monopolio es menos visible que antes. Grandes espacios de la industria y los servicios parecen funcionar fuera del sector monopolizado, sin aparente relación con la marca monopolista a la que están absolutamente sometidos. Una definición más apropiada a la realidad sería la del economista Peter Dicken que define la corporación multinacional como "una firma que tiene el poder de coordinar y controlar operaciones empresariales en más de un país, incluso sin la propiedad de las misma". Con la subcontratación y la externalización los monopolios se están consiguiendo el elixir de la invisibilidad y así la resistencia contra ellos disminuye."

Incluso algunos de los partidarios más acérrimos de la globalización se preguntan si el proceso podría llegar a un límite y luego colapsar como ocurrió tras la 1ªGM y el crac de 1929 con la primera globalización.

Peter Thiel (cofundador de Pay Pal) : "Lo contrario de la competencia perfecta es el monopolio. Mientras que una empresa competitiva debe vender al precio de mercado, el monopolio es dueño de su mercado, por lo que puede establecer sus propios precios. Ya que no tiene competencia, produce en la combinación de cantidad y precio que maximiza sus beneficios ... . En la actualidad, el capitalismo y la competencia son opuestos. El capitalismo se basa en la acumulación de capital, pero en condiciones de competencia perfecta, todas las ganancias se diluyen ... . Sólo una cosa puede permitir a un negocio trascender la lucha diaria bruta por la supervivencia: las rentas de monopolio ... . Los monopolistas mienten para protegerse a sí mismos. Saben que jactarse de su ventajosa posición de monopolio invita a ser auditado, escudriñado y atacado. Como lo que quieren es seguir acumulando sus rentas de monopolio sin ser molestados, tienden a hacer todo lo posible para ocultar su monopolio por lo general exagerando el poder de su (inexistente) competencia".

La primera globalización 1873 - 1914


Si entendemos por Globalización un conjunto de cambios en la economía internacional que tienden a producir un solo mercado mundial de bienes y servicios, trabajo y capital, hace cien años, los países avanzados de Europa occidental y América estaban comprometidos en un proceso de globalización en muchos aspectos similar al que nos enfrentamos desde finales del siglo XX.

El período de la Primera Globalización abarca unos 40 años. Desde inicios de la década de 1870s hasta la 1ª Guerra Mundial, el comercio, la movilidad del capital, y la migración de personas a través de las fronteras alcanzó unos niveles que el mundo no volvería a ver hasta mediados de la década de 1980.

La colocación con éxito del primer cable trasatlántico (1866) significó la primera vez que un mensaje podía viajar mucho más rápido que una persona. El ferrocarril transcontinental en los Estados Unidos y el Canal de Suez se inauguraron tres años más tarde, lo que facilitaba en gran medida el transporte entre Europa y Asia y entre Asia y la costa Este de los Estados Unidos. El barco de vapor redujo considerablemente la duración de los viajes y su variabilidad en comparación con los barcos de vela, de forma que la duración del viaje desde Gran Bretaña a Nueva York se redujo desde cinco a siete semanas en la década de 1830 a unas fiables dos semanas en la década de 1870.

Desde 1870 en adelante se produjo un descenso creciente de la protección aduanera, iniciado con el acuerdo aduanero anglo-francés. La mejora de los transportes y la caída de sus costos catalizó un aumento sin precedentes del comercio internacional y un vasto movimiento de personas desde economías de bajos salarios a economías con salarios más altos.

El ferrocarril, el barco de vapor y la congelación industrial, permitían poner en explotación millones de hectáreas del Nuevo Mundo y Australia arrebatadas a los indígenas. La producción de materias primas requería abundante mano de obra y entre 55 y 60 millones de europeos emigrarían en busca de nuevas oportunidades. Argentina, Australia, Nueva Zelanda y por supuesto los EEUU entraron a formar parte de los países más ricos del mundo gracias a la exportación de materias primas.

Crecientes volúmenes de inversiones de cartera e inversión directa salían de los países desarrollados hacia el Nuevo Mundo y hacia los países en desarrollo en la periferia de Europa y Asia. En algunos años Gran Bretaña exportó hasta un 9% de su PIB, y los porcentajes no eran menores para otros países europeos. Durante todo el período 1887-1913 las exportaciones netas de capital francés eran igual a aproximadamente el 3,5% del ingreso nacional. Durante este período cerca de la mitad de todo el ahorro británico era canalizado hacia el extranjero. Los capitalistas europeos deslocalizaban su producción y establecían plantas en Latinoamérica, Rusia, Polonia, Turquía y otros países. Las multinacionales alemanas se especializaban en el sector químico y la electricidad, las suecas en ingeniería y maquinaria, las británicas en bienes de consumo de marca, petróleo y minerales. El capital se estaba volviendo cada vez más cosmopolita.

Globalización financiera


Antes de 1870, la banca multinacional se mantuvo en gran medida como un fenómeno exclusivamente británico. La expansión del comercio y la ausencia de instituciones corresponsales de confianza dieron a los comerciantes británicos y a los financieros fuertes incentivos para establecer nuevos bancos en el extranjero, especialmente en las zonas periféricas económicamente subdesarrolladas.

La economía internacional anterior a 1914 se caracterizó por un grado sin precedentes de apertura financiera y comercial. La expansión internacional de la actividad bancaria era un signo evidente de la globalización económica. Los grandes bancos de la Europa industrializada (la banca internacional era de hecho un fenómeno casi exclusivamente europea, ya que las limitaciones reglamentarias y la ausencia de un banco central de Estados Unidos impidió que sus bancos jugaran un papel significativo, hasta el cambio de siglo) aprovecharon los adelantos en la tecnología de la comunicación y el comercio para responder a la creciente demanda de capital por parte de los prestatarios soberanos y privados extranjeros e internacionalizaron su operativa para facilitar la expansión de los grandes grupos multinacionales.

La internacionalización bancaria se vio reforzada por la estabilidad macroeconómica garantizada por el patrón oro. Desde la década de 1870s, el establecimiento de bancos completamente especializados en el negocio internacional se complementó con el rápido aumento de la internacionalización de los grandes bancos de depósitos sobre todo de Gran Bretaña, Alemania y Francia. El surgimiento del negocio bancario de divisas favoreció la extensión de las redes interbancarias mundiales basadas en relaciones de corresponsalía y el surgimiento de innovaciones financieras en la gestión de la liquidez internacional, tales como los descubiertos, transferencias telegráficas y obligaciones del tesoro.

El factor crítico de la globalización bancaria fue la decisión de los bancos de operar a partir de inversiones directas en el extranjero (ya sea en nuevas instalaciones o a través de adquisiciones) con el fin de localizar parte de sus actividades en países extranjeros en lugar de dar servicio a sus clientes (tanto extranjeros como nacionales) desde la casa matriz o a través de corresponsalías. En 1917, en el momento de la revolución rusa, el 44% de los bancos rusos eran propiedad de extranjeros.

Como en el caso de la reciente crisis financiera, los inversores no eran sólo ricos especuladores sino que millones de pequeños y medianos ahorradores fueron captados por el negocio financiero global. Los bancos de depósitos colocaban títulos y valores extranjeros (Argentina, Paraguay, Turquía, Rusia, …) a sus depositantes sin explicarles los riesgos en los que incurrían. Los bancos obtenían grandes beneficios a partir de las suculentas comisiones y la manipulación de los márgenes entre los tipos de interés a los que negociaban los préstamos (riesgo país) y los tipos que pagaban a sus clientes depositantes.

Una gran crisis financiera se produjo en Londres y en todo el mundo en el verano de 1914 como un precedente del crac de1929. El ultimátum de Austria a Serbia el jueves 23 julio desencadenó un pánico financiero con los depositantes acudiendo en masa a cambiar sus billetes por monedas de oro. Las bolsas continentales quedaron inundadas con órdenes de venta y los bancos asediados por los depositantes cerraron sus puertas. Los gobiernos que se estaban movilizando para la guerra, impusieron drásticos controles para salvaguardar sus sistemas bancarios y las finanzas nacionales.

En la semana del lunes 27 de julio de 1914 se desplomaron el mercado de divisas y el mercado de descuento de la City, y la Bolsa de Valores de Londres tuvo que cerrar el viernes 31 de julio permaneciendo cerrada durante cinco meses. Se formaron largas colas frente al Banco de Inglaterra para cambiar billetes de banco por monedas de oro. Pero el martes 4 de agosto Gran Bretaña entró en guerra. Infusiones masivas de liquidez por parte del banco central y una "moratoria general" sobre los pagos lograron detener la crisis.

Empresas multinacionales de primera generación


Desde mediados del siglo XIX se fueron consolidando monopolios u oligopolios en los principales sectores económicos de los países más industrializados. El economista R. Hilferding, estudió a fondo la organización monopolista de la producción alemana. Un puñado de corporaciones entrelazadas con los bancos, controlaba los procesos de formación y administración de los precios en toda el área germana. Una vez consolidadas sus posiciones de monopolio en Alemania se lanzaban a conquistar mercados y fuentes de materias primas en el resto del mundo. Se convertían en multinacionales. En Francia, Inglaterra, Holanda, Bélgica, EEUU,…, estaba ocurriendo lo mismo.

Con los revolucionarios avances en las comunicaciones y el transporte, las ideas, el conocimiento, la tecnología y el capital podían circular ahora como nunca antes en la historia. Las primeras multinacionales hicieron su aparición de la mano de la internacionalización financiera y bancaria. Las bolsas europeas empezaron a cotizar un volumen creciente de títulos y valores extranjeros. A parte de las finanzas, los sectores más proclives para la constitución de grandes grupos multinacionales fueron el ferrocarril, el químico, el extractivo, las comunicaciones y especialmente el nuevo sector de la electricidad.

Las economías de escala y las enormes inversiones necesarias para el desarrollo de ferrocarriles, sistemas de telefonía y telegrafía, la generación y el transporte de la energía eléctrica, etc. coadyuvaron a la formación de grandes corporaciones de carácter multinacional junto a la internacionalización de las grandes entidades financieras.

En un entorno donde los controles de cambio eran inexistentes, las empresas eran libres de buscar fondos en todo el mundo, y esto a menudo condujo a discrepancias entre las nacionalidades de su localización de registro, sus accionistas y sus administradores. Las empresas extranjeras buscaban regularmente los fondos en Londres, el mercado de valores más grande del mundo. Empresas canadienses hicieron grandes inversiones en los servicios públicos en América Latina desde la década de 1890 como era el caso de la Brazilian Traction Light and Power Co. Ltd.con inversiones en generación de electricidad, suministro de agua, gas y telefonía en el sudeste de Brasil.

Un sector paradigmático del desarrollo de la primera globalización fue el desarrollo de la electrificación. Las grandes firmas alemanas y norteamericanas especializadas en la construcción de material eléctrico (turbinas, generadores, transformadores, …) precisaban aumentar la demanda internacional para exportar su creciente producción. Era preciso construir grandes complejos hidroeléctricos que implicaban enormes inversiones. Dados los menguados presupuestos estatales de la época así como la debilidad de los sistemas financieros, la mayoría de países se mostraban impotentes para acometer obras e infraestructuras de tal magnitud. Industriales y financieros multinacionales acudieron a llenar el vacío constituyendo sociedades financieras multinacionales especializadas para recabar los fondos necesarios para la construcción de dichas infraestructuras, construcción que implicaba suculentos contratos de suministros para las grandes firmas industriales asociadas a dichos holdings y trusts financieros.

A finales del siglo XIX, las compañías eléctricas alemanas Siemens y AEG invertían en servicios públicos en el sur de Europa y América Latina (para conseguir clientela para sus bienes de equipo) mediante sociedades financieras de cartera. Los grandes bancos alemanes eran los inversores principales, pero los capitales suizos, franceses, belgas e italianos tomaban parte en las operaciones de forma que el holding constituido tenía su sede legal en Suiza o Bélgica. Este tipo de negocios de capital intensivo bien podrían ser mejor considerados como empresas de nacionalidad mixta.

En España, industriales y financieros eran plenamente conscientes de las ventajas que reportarían hacer llegar la energía hidroeléctrica de los Pirineos a los principales centros fabriles catalanes, dependientes del carbón de importación. Sin embargo ni el Estado ni la banca española se veían con fuerzas para financiar las ingentes obras necesarias que al final serían llevadas a cabo por empresas multinacionales amparadas en holdings financieros multinacionales.

Por ejemplo, cuando en grupo financiero de Toronto creo la Barcelona Traction, Light and Power Company Ltd. en España en 1911, la distribución de las obligaciones del holding inversor fue dividida 1/3 para Bélgica y Francia, 1/3 para Gran Bretaña y otro 1/3 para Canadá.

Se trataba de empresas que habían nacido en países grandes con enormes mercados que les permitieron crecer y fortalecerse aprovechando las economías de escala, compañías que habían abarcado (y a menudo agotado) el territorio propio nacional y buscaban ampliar sus negocios fuera de sus fronteras.

Sofina, con sede en Bruselas, uno de los principales líderes mundiales en servicios de electricidad, estructurado como una gran holding con cientos de empresas afiliadas e inversiones cruzadas, planeaba una Europa unida por líneas de transmisión controladas por sus empresas de energía eléctrica. Sofina y la alemana AEG (con participaciones cruzadas entre ellas) soñaban con una Europa unida por y para los monopolios, una unión aduanera europea interconectada por una red eléctrica monopolista que cruzaría sin trabas las fronteras nacionales. Sus planes se hicieron públicos en varias conferencias como la del 2 de diciembre de 1930 en Barcelona. De hecho, no fue hasta la primavera de 1931, que los europeos, monopolistas incluidos, fueron conscientes del alcance mundial de la catástrofe económica iniciada con el crac de 1929.


Una ventaja apreciable de la inversión directa exterior de estas multinacionales era la facilidad con la que podían saltarse leyes y reglamentaciones (aún no rediseñadas frente a la novedad del fenómeno), sobornar a los gestores públicos y burlar al fisco de los países receptores obteniendo mejores réditos en el extranjero que en su propio país. En Cataluña, la Canadiense (Electric Light and Power Company Ltd.) disponía de un nutrido entramado de filiales (algunas sin siquiera haberse constituido como tales) resultado de sus fusiones y adquisiciones, que utilizaba para eludir el pago de impuestos. La filiación se establecía en base a contratos privados de “arrendamiento” (práctica que el economista español Ceballos Teresí denunciaría con ahínco en libros y artículos diversos), figura exenta respecto a los impuestos que gravaban las adquisiciones, fusiones y constituciones de nuevas sociedades.

Globalización y Estado del Bienestar


Karl Radeck 1916 (Citado por Pierre Broué: Revolution en Allemagne. París 1971 p21) “La capa superior de la clase obrera alemana que, a causa del desarrollo impetuoso de la industria alemana, ha obtenido unos salarios relativamente elevados, a quien los sistemas de seguros estatales o sindicales les han ofrecido condiciones de vida relativamente seguras, quienes, por así decirlo, toman parte de la cultura burguesa, afirma desde hace 15 años, a través de la boca de los revisionistas y sus dirigentes sindicales, que en caso de conflicto tiene más a perder que sus cadenas.”

A diferencia de la actual carrera hacia el fondo en servicios públicos, reformas laborales, regresión fiscal y destrucción medioambiental, los años de la Primera Globalización fueron, por el contrario, los del inicio de la construcción del “estado del bienestar”. Durante esta época aparecieron las primeras legislaciones e instituciones de protección social, de inspección laboral, la semana de 6 días, la jornada de 10 horas, ayudas a las familias, las pensiones de jubilación, los impuestos sobre la renta, los impuestos sobre la inversión extranjera, etc. En 1884 Bismark introdujo la ley de seguro de accidentes industriales y en 1898 se aprobó en Francia una ley similar. En España el gobierno conservador de Maura en (1907-09), propició una incipiente legislación laboral (ley de descanso dominical, ley de huelgas, ley sobre las condiciones de trabajo de mujeres y niños,…) que tuvo su máxima expresión en la creación del Instituto Nacional de Previsión antecedente de la actual Seguridad Social.

Estas nuevas leyes fueron temas fuertemente debatidos en los parlamentos. En estos debates, los que se oponían a tales medidas aducían (como en la actualidad) que la introducción de tales reformas debilitaría la competitividad de la economía del país y que los impuestos sobre el capital no se podrían cobrar porque el capital se deslocalizaría a zonas de imposición más benignas. Sin embargo las legislaciones progresistas avanzaron y se aprobaron una tras otra en la mayoría de estados europeos. Por otra parta, la capacidad “deslocalizadora” del capital era mucho menor que en la actualidad y aunque las amenazas eran ciertas, en pocos casos acababan materializándose.

En realidad, el transfundo de esta construcción de los cimientos del llamado Estado del Bienestar era la formulación de un pacto no declarativo entre los dirigentes de la clase obrera nacional y los grandes monopolistas “nacionales”. Los primeros con los ojos puestos en la patria del bienestar y los segundos en la patria y su sangre puestas al servicio de la defensa o conquista de más cuotas en el mercado global. El discurso internacionalista y solidario del movimiento obrero continuaría inmaculado hasta los primeros días del estallido de la 1ª GM. durante los cuales el pacifismo y el internacionalismo proletario serían echados por la borda en un santiamén. El 31 de julio de 1934 la Internacional Socialista lanzó su llamada a la lucha contra la guerra. El 1 de agosto el gobierno alemán declaró la guerra a Rusia y proclamó el estado de urgencia. El 2 de agosto la ejecutiva del partido socialdemócrata alemán se reunió para discutir la aprobación de los créditos de guerra, y el 4 de agosto la aprobación ganó por amplia mayoría (Pierre Broué. Revolution en Allemagne 1917-1923. París 1971. p.55)

Globalización, competencia y guerras imperialistas


Norman Angell (The Great Illusion 1914): “La guerra pertenece a una etapa de desarrollo anterior a la actual en la que el comercio y la industria de un pueblo ya no dependen de la expansión de sus fronteras políticas; en la que las fronteras políticas y económicas de un país no necesariamente coinciden; en la que el poder militar es social y económicamente inútil, y no puede tener relación alguna con la prosperidad de las personas que lo ejercen; en la que es imposible que una nación para apoderarse por la fuerza de la riqueza o el comercio de otra - para enriquecerse subyugando o imponiendo su voluntad por la fuerza - ; en la que, en definitiva, la guerra, incluso cuando victoriosa, ya no puede alcanzar los objetivos que buscan los pueblos".

Desde el siglo XVIII los defensores de la mano invisible habían estado postulando que el libre comercio conduciría a la paz a causa de la vinculación de los destinos de las naciones a través de su interdependencia económica.

¿Un alto grado de interdependencia económica entre los países reduce la probabilidad de guerra entre ellos? Norman Angell y el socialista francés Jean Jaurès (asesinado precisamente el día antes de la declaración de guerra alemana) planteaban que, a diferencia de las guerras del pasado en que el vencedor esperaba obtener provecho en botín y territorio, en caso de guerra entre dos países avanzados, dado el alto nivel de interdependencia económica entre ellos, incluso el “ganador” acabaría peor que antes de la guerra después de la victoria. Postulaban que las modernas economías están construidas sobre el dinero y el crédito, que requieren confianza y condiciones de funcionamiento benignas, y que resultarían destruidas o seriamente dañadas bajo condiciones de la guerra moderna. Sólo una flagrante irracionalidad podría conducir al conflicto armado.

El socialista francés Jean Jaurès creía que la internacionalización de la economía había creado una situación en la que las instituciones democráticas y la presión de los movimientos de la clase obrera bastarían para impedir cualquier involución contra la paz.

Las consecuencias de la 1ªGM parecieron dar la razón a estas tesis puesto que el victorioso Reino Unido o la victoriosa Francia quedaron peor que antes del conflicto, con la pérdida de cuantiosas inversiones en el exterior. Francia perdería hasta 2/3 del total de sus inversiones y préstamos en el exterior.

Aleccionado tras la guerra, Keynes advirtió que la integración económica mundial genera tensiones que no pueden ser resuelts por la política ordinaria dentro de un solo estado. Como resultado, se puede poner en peligro la paz internacional.

Lenin postulaba en su libro “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, que la 1ª globalización implicaba una lucha soterrada entre grandes monopolios nacionales con intereses internacionales capaces de arrastrar a sus países y parlamentos a la guerra en orden a mejorar sus posiciones en la escena de la competencia global.Confirmaba las tesis de Lenin la puerta giratoria entre los altos cargos en la administración pública y los consejos de administración de las grandes firmas industriales y financieras. En muchos casos no había ni puerta. Maurice Rouvier, que sirvió como Ministro de Finanzas, Ministro de Asuntos Exteriores y Primer Ministro (1905-06) de Francia, siguió formando parte del consejo de administración del banco Banque française du comerce et de l’indutrie. Se trataba menos de conflictos entre ciudadanos que de enfrentamientos entre grandes firmas corporativas en los que los ciudadanos eran utilizados como carne de cañón a cambio del control de las materias primas y los mercados.

Así pues, a pesar de la interdependencia económica que trajo consigo la 1ª Globalización, las grandes firmas multinacionales participarían como agentes activos en la Primera Guerra Mundial confiando en sacar partido de sus suministros bélicos, ampliando su cuota de mercado a costa de la de sus enemigos y haciendo negocio a partir de los despojos de sus vencidos competidores.

Las multinacionales de la primera globalización aún no eran agentes monopolistas globales y, a pesar de la existencia de relaciones, pactos y repartos entre ellas, la competencia era feroz y sin ningún tipo de miramientos en cuanto a los medios a utilizar, incluidos apoyar los presupuestos de sus estados matrices para lanzarlos a la conflagración y la guerra.

Los sicofantes de la actual globalización están desempolvando los argumentos de N. Angell para demostrar las enormes bondades de la globalización. La 1ª G.M. habría sido un accidente que nada tenía que ver con los oscuros intereses de las grandes corporaciones de la época. Rusia, la causante inicial del conflicto al declarar la guerra a Austria-Hungría, representaba en realidad, según ellos, el último estertor del antiguo régimen y la sucesión de encadenamientos que llevaron a la primera conflagración mundial nada tenían que ver con la globalización sino más bien al contrario.(sic!)


Globalización y distribución de la renta y la riqueza


Thomas Piketty, conocido sobre todo por su reciente libro "El capital en el siglo XXI" es un investigador especializado en la distribución de la renta y la concentración de la riqueza a lo largo de la historia. En su libro "Les Hauts revenus en France au XXe siecle: inégalités et redistribución (2001)" documentó, utilizando fuentes fiscales, el aumento de la participación de los grupos de ingresos más altos en la riqueza de Francia hasta la Primera Guerra Mundial, la caída de su participación entre 1913 y el final de la 2ª GM,  y su aumento de nuevo a finales de 1970. En los estudios sobre la distribución de la renta en EE.UU., publicados en su último libro, elaboró un gráfico del reparto en el ingreso de los Estados Unidos mostrando que en los inicios del siglo XXI la participación en el ingreso de los ricos se acercaban de nuevo a los valores extremadamente altos de los felices años veinte y que esta es una deriva común a todas las economías capitalistas avanzadas.

Según Piketty, la relación de "riqueza / renta nacional privada" ha ido en aumento en los países avanzados desde 1870 hasta la Primera Guerra Mundial como resultado de los altos rendimientos de un capital en continua acumulación y en un ambiente que era institucionalmente favorable a los capitalistas. Con altos retornos sobre el capital, los capitalista se convirtieron en rentistas corta-cupones y perdieron el incentivo del riesgo y la inversión productiva.


Piketty argumenta que la destrucción física de capital durante las dos guerras mundiales, los altos impuestos de sucesiones y de altos impuestos sobre la renta para sostener el esfuerzo de guerra, la elevada inflación (que ayudó a los deudores frente a los acreedores) y un ambiente político favorable a los trabajadores después de la Segunda Guerra Mundial, invirtió la tendencia. La distribución funcional de la renta se inclinó a favor del trabajo y la distribución del ingreso personal se hizo más igualitaria. Las economías desarrolladas se expandieron al ritmo más rápido de su historia. Fue la época dorada de capitalismo. Pero con la involución Thatcher-Reagan en la década de 1970, la edad de oro retrocedió, y el capitalismo volvió a la forma que tenía en el siglo XIX.


Thomas Piketty no contempla la posibilidad de una segunda desglobalización. Sencillamente recomienda un aumento global de la tributación sobre el capital. Reconoce que la aplicación de dicho impuesto por los distintos países puede conducir a la huida de capitales. Por lo tanto, sería necesaria una colaboración internacional que es poco probable con países (free riders) que se benefician en la actualidad de la opacidad de las transacciones financieras y que ofrecen refugios paradisíacos a los evasores del fisco.

El problema es que en su análisis y perspectiva no hay lugar para la lucha de clases y, por lo tanto, no hay una alternativa clara o plausible frente a la 2ª Globalización.

Thomas Piketty no contempla seriamente en ninguna parte de sus escritos ni la creciente monopolización capitalista ni la creciente oposición socialista al capitalismo antes, durante, entre, y después de las dos guerras mundiales. No advierte que la domesticación del capital y el nacionalismo económico, fueron una reacción defensiva frente al avance socialista en contra de la Primera Globalización y, por supuesto, tampoco advierte que las posibles derivas nacionalistas o socialistas frente a la 2ª Globalización volverán a quedar determinadas por el signo que tome la lucha de clases actual.

Multinacionales de segunda generación: Compañías globales


Sam Palmesano (The Globally Integrated Enterprise. Foreign Affairs 2006): "La corporación multinacional a finales del siglo XX tiene pocas cosas en común con las compañías internacionales de hace 100 años, las cuales, a su vez, era muy diferentes de las grandes compañías comerciales del siglo XVIII

La vuelta a la globalización actual es el resultado de shocks políticos, económicos y tecnológicos que se sincronizaron y se reforzaron mutuamente a principios de los 80s y que condujeron a una substancial reestructuración del proceso manufacturero. La financiarización del capitalismo como consecuencia de la sobreproducción, la victoria del Thatcherismo y las Reganomics, la progresiva apertura de China (1979) y la apertura relámpago del antiguo bloque soviético (1989), junto al desarrollo de las TIC y de Internet (3ª revolución industrial), aplanaron el camino para que reverdeciera la tendencia más intrínseca del sistema capitalista: la globalización.

En la 2ª Globalización las corporaciones multinacionales han cambiado, han escapado por completo a su crisálida nacional y son son criaturas globales.

1. Durante la Primera Globalización los sectores monopolizados eran aquellos que necesitan grandes economías de escala y grandes inversiones (ferrocarriles, sistemas químicos, teléfonos y telégrafos, de generación y transmisión de energía eléctrica, etc), el monopolio era grande y visible. Las empresas multinacionales resultaban bien visibles. Por el contrario, en la segunda ronda de la globalización, ningún sector ha escapado a las garras de los monopolios: mensajería, pizzas, bebidas, cerveza, comida rápida, venta de libros, comercio, ropa, zapatos, frutas, editoriales, artículos deportivos, etc. La monopolización absorbe cualquier cosa que se mueve en el entorno económico.

2. Durante la primera ronda de la Segunda Globalización las empresas transnacionales monopolistas tendían a deslocalizar sus plantas, pero en la actualidad las empresas transnacionales externalizan la mayor parte de sus operaciones, tanto interna como externamente. Desintegran su proceso producción y lo subcontratan a uno o varios proveedores independientes, manteniendo el control efectivo sobre el proceso global de producción. En este caso, las ventajas en cuanto a "responsabilidad" y costes son evidentes. La corporación se desentiende de las fechorías laborales y medioambientales de sus subcontratados.

A diferencia de la deslocalización, la externalización elimina la partida "inversión exterior directa" y hace desaparecer los flujos de capital en forma de “repatriación de beneficios” (que habría que declarar). Los beneficios (rentas de monopolio) se capturan manipulando los precios de los inputs y los outputs, es decir, los “valores añadidos” de la cadena de valor, a favor de la corporación dominante. Los beneficios, "aparecen" mayoritariamente en ciertos eslabones de la cadena, convenientemente situados en paraísos fiscales (ausentes en la primera globalización). La firma "aflora", a su voluntad y conveniencia, los beneficios que le interesa declarar, fundamentalmente por razones de relaciones públicas.

3. La realidad que se pretende ocultar es que las actuales estructuras de valor globales son cada vez más asimétricas: los cuarteles generales de las grandes corporaciones capturan la mayoría del “valor” (rentas de monopolio) mientras que el resto de la cadena de valor (externalizada), enfrentada al poder monopsónico comprador de la multinacional, se ve obligada a competir de forma suicida para acceder a las migajas que ha dejado la matriz. Al margen de estas corporaciones globales no quedan más que zombies empresariales subcontratados y siempre al borde de la bancarrota.

4. En la actualidad, muchas grandes corporaciones “industriales” no fabrican en absoluto, se han convertido en compañías fab-less, reteniendo, como mucho, los segmentos de diseño, marketing, distribución o gestión financiera. Como buena parte de estos servicios también pueden externalizarse, hay muchas compañías que prácticamente no hacen nada: ni fabrican, ni reparan, ni diseñan, ni investigan nada (fab less/lab less), firmas monopolistas absolutamente huecas, que desvían la mayor parte de sus enormes ganancias hacia la esfera del apalancamiento y la ingeniería financiera, la esfera de las fusiones y adquisiciones (absorbiendo cualquier sombra de competencia), alimentando las calderas de la financiarización.

El poder de control de los monopolios

5. A los monopolios no les gusta la luz y nunca les ha gustado. La externalización tiene la gran ventaja de que el monopolio es menos visible que antes. Grandes espacios de la industria y los servicios parecen funcionar fuera del sector monopolizado, sin aparente relación con la marca monopolista a la que están absolutamente sometidos. Una definición más apropiada a la realidad sería la del economista Peter Dicken que define la corporación multinacional como "una firma que tiene el poder de coordinar y controlar operaciones empresariales en más de un país, incluso sin la propiedad de las misma". Con la subcontratación y la externalización los monopolios se están consiguiendo el elixir de la invisibilidad y así la resistencia contra ellos disminuye.

6. Así pues, en la 2ª Globalización las corporaciones multinacionales han cambiado, han escapado por completo a su crisálida nacional y son criaturas globales. No hay necesidad sustancial de los estados, sus presupuestos y sus jóvenes trabajadores / soldados para dirimir sus diferencias competitivas. Es mucho mejor aliarse (TTIP, TAFTA) para desmontar y destruir toda obra social que sobrepase los mínimos administrativos necesarios para sus negocios (incluso en sus países de origen) que pagar impuestos para mantener formaciones estatales que resultan más bien rémoras obsoletas que palancas útiles para auparse a las posiciones monopolistas globales.

Los estados actuales deberán ajustarse a un corsé de mínimos, los mínimos absolutos básicos que los apátridas monopolios globales consideren necesarios en cada momento para su operativa y negocio. La tan cacareada “Comunidad Internacional” representa en realidad un rebaño cada día más desmejorado, pastoreado por las grandes firmas monopolistas globales para que se mantenga por doquier el orden capitalista globalizado que conviene a sus intereses.

Competencia en la Segunda Globalización


La competencia entre empresas transnacionales globales en realidad tiene poco que ver con la competencia durante la primera globalización. En la actualidad la competencia económica no ocurre entre grandes empresas y corporaciones que en general han cartelizado todo el mercado. La competencia tiene lugar entre los exprimidos subcontratistas (y, por supuesto, sus sobre-explotados trabajadores).

Yue Yuen, una empresa china con una fábrica en Dongguam, (sur de China), su matriz taiwanesa es Pou Chen Group. Yue Yuen es una empresa gigante con 70.000 trabajadores que producen para las marcas Nike, Crocs, Adidas , Reebok, Asics, New Balance, Puma, Timberland y Rockport. La empresa dejó de pagar la contribución a la seguridad social de sus obreros durante los últimos 10 años. En el pasado mes de abril 40.000 trabajadores fueron a la huega. Foxconn Technology Group (Taiwán) es el contratista de electrónica más grandes del mundo. Su fábrica en Shenzhen es la mayor del mundo, en la cual cientos de miles de trabajadores se concentran en el campus amurallado de Longhua (Foxconn City). En enero de 2012, cerca de 150 empleados amenazaron con cometer suicidio en masa en protesta por sus condiciones de trabajo. Sus principales clientes son las principales marcas del sector: Acer Inc., Amazon.com, Apple Inc., Negro Berry Ltd., Cisco, Dell, Google, Hewlett-Packard, Microsoft, Motorola Mobility, Nintendo, Nokia, Sony, Toshiva , Vizio, etc

Los proveedores de las empresas globales se ven obligados a un rápido proceso de monopolización de abajo hacia arriba. Los fabricantes de automóviles (y gobiernos) tuvieron que rescatar a los proveedores convertidos en empresas sistémicas que estaban en peligro de colapso durante la crisis. Los fabricantes de automóviles habían desintegrado sus operaciones de manera que la mayoría de las piezas eran hechas por proveedores "cautivos", los mismos proveedores sirviendo a todas las diferentes marcas. Las seis grandes - Chrysler, GM, Ford, Toyota, Nissan y Honda tenía los mismos proveedores: C&A (que suministra conjuntos de cabina, asientos, pisos y paneles de las puertas a más del 90% de todos los coches fabricados en los EE.UU.) y Metaldyne.

Así que en realidad la competencia económica no es el resultado de la mano invisible, sino consecuencia del puño muy visible de los monopolios globales.

Si ya es difícil competir en un mercado casi totalmente cartelizado, más debe serlo cuando las marcas comparten el mismo proveedor. Thomas L. Friedman, insiste en los argumentos de N. Angell: "Dos naciones jamás emprenderán una guerra entre ellas, siempre que ambas sean parte de la misma cadena de suministro global ". La realidad es que dos empresas transnacionales mundiales, que no compiten entre ellas no van a declararse la guerra mutuamente, pero van a declarar juntos la guerra contra quienes pretendan amenazar su privilegio de monopolio.

¿Por qué colapsó la primera globalización?


La codicia sin freno y sin escrúpulos del capitalismo de la primera globalización provocó la 1ª GM. y sus imprevisibles consecuencias. La guerra moderna y la reconstrucción subsiguiente exigieron unos presupuestos abultados y una intervención drástica del Estado en la economía. La carga impositiva adicional no podía recaer toda sobre la clase obrera que acababa de salir de las trincheras y cuyas aspiraciones revolucionarias parecían concretarse en Rusia y amenazaban en concretarse en otros puntos del planeta.

Los activos en el extranjero de las multinacionales del bando derrotado fueron expropiados y muchos préstamos fueron declarados ilegítimos. Los países en guerra investigaron quien era realmente el propietario de las empresas registradas en sus países, y quien controlaba en realidad las empresas cuyos nombres sonaban respetablemente locales. Una de las grandes empresas de distribución de petróleo de Gran Bretaña - la British Petroleum Company - resultó estar controlada en gran parte por el Deutsche Bank alemán por lo que fue secuestrada y vendida a Anglo-Persian Oil Company en la que el gobierno británico había tomado un 51% de las acciones en 1914. Pero para algunos de los vencedores, como postulaban Jaurès y Angell, la guerra fue un verdadero desastre. Gran Bretaña, el gran acreedor mundial, en 1914 acaparaba el 45% de toda la inversión directa en el extranjero. Con el abandono del patrón oro dejó de ser el pilar de las finanzas internacionales. Su estratégica posición en la economía mundial, ya amenazada por EEUU y Alemania antes de la guerra, ya no pudo recuperarse tras la guerra, papel que pasaría a ocupar EEUU. La banca y los industriales franceses vieron como se volatilizaban sus cuantiosos capitales invertidos en Rusia.

Durante los años de la guerra un nuevo nacionalismo surgió por todas partes, con creciente intervencionismo estatal. Los presupuestos públicos se hincharon, los impuestos aumentaron y por primera vez impactaron en los negocios de las multinacionales. Muchos lucrativos negocios, hasta entonces en manos privadas empezaron a ser considerados sectores estratégicos susceptibles de intervención estatal (comunicaciones, electricidad, ferrocarril, etc.). La guerra trajo consigo restricciones en el comercio y los movimientos de capital internacional y GB se vio obligada a suspender el patrón oro con la consecuente desestabilización de las finanzas internacionales.

La revolución en Rusia y el peligro de su extensión internacional frenaron la peligrosa codicia del capital. Cuando empezó la guerra los zaristas ya se habían apropiado de las inversiones germanas en su territorio. Con la revolución la mayoría de las inversiones extranjeras en el país fueron expropiadas (el 90% del sector eléctrico ruso estaba en manos extranjeras).

La misma guerra implicó una considerable redistribución de la riqueza por la gran destrucción de propiedad y el aumento de los salarios. Además, el colapso de los imperios ruso, alemán, austro-húngaro y otomano creó un sinfín de nuevas fronteras políticas con profundas consecuencias para los negocios financieros e industriales multinacionales.

Aunque tras el conflicto y con el papel preponderante de los EEUU como substituto de Gran Bretaña y Alemania en la esfera mundial se produjo una cierta revitalización de la 1ª globalización, el crac de 1929 y la Gran Depresión subsiguiente acabaron definitivamente con la criatura.

Domesticación y nacionalismo económico


Así pues, la 1ª globalización resultó ser reversible. El capitalismo, a la defensiva, se domesticó, se re-nacionalizó. El nacionalismo económico sustituyó al liberalismo del laissez faire. Tras la guerra los altos presupuestos estatales no menguaron. La progresividad fiscal se mantuvo y las conquistas sociales se consolidaron y fueron en aumento. Los salarios reales aumentaron. Las nacionalizaciones y municipalizaciones se generalizaron. La presión fiscal cayó sobre las escurridizas filiales de las multinacionales. El crédito quedó estrictamente regulado. El proteccionismo, los controles sobre la especulación y la circulación de capitales, los problemas de la libra esterlina y el patrón oro, etc., fueron desmontando uno tras otro los pilares básicos de la primera globalización.

A diferencia de la actual globalización, la primera globalización era un terreno sólo apto para grandes firmas industriales y grandes conglomerados financieros. Constituía un marco exclusivo para el gran capital. La reacción en contra de la primera globalización aunó a todos los sectores que quedaban marginados y resentidos frente a las ventajas y privilegios del capitalismo globalizado.

En España, el nacionalismo económico empezó a perfilarse con unos años de antelación a la 1ª G.M. a partir del gobierno largo de Antonio Maura (1907-09) que defendía el intervencionismo del Estado en la economía. El capital extranjero en España dominaba la explotación de los recursos minerales, la red ferroviaria y, ya entrado el siglo XX, los principales servicios públicos (agua, electricidad, gas, teléfono, etc.). Desde 1917 se multiplicaron las iniciativas en favor del nacionalismo económico. En junio de 1917 se celebró un Congreso de Economía Nacional con orientaciones muy claras al respecto, se promulgó una ley y un reglamento sobre Protección de la Industria Nacional y se potenció la llamada Comisión Protectora de la Producción Nacional.

La bonanza de la economía española durante los años de la 1ª Guerra Mundial, inducida por el auge exportador que hizo posible la neutralidad del país, dio alas a los que creían en las posibilidades de una pujante “economía nacional”. Emilio Riu (1871-1928) fundó la Revista Nacional de Economía en 1916 con el objetivo inequívoco de defender el nacionalismo económico. Su propósito era avivar el patriotismo de capitalistas, políticos y hombres de negocios, con la finalidad de que contribuyeran a crear una fuerte y robusta “economía nacional” para emancipar a los españoles de la tutela de otras economías. Acabada la Gran Guerra, la intensa y profunda crisis industrial y financiera de los años veinte reforzaría las orientaciones nacionalista y proteccionista de la economía con específicas medidas arancelarias (Arancel Cambó de 1922) y de fomento y protección de la industria nacional (leyes de 1921 sobre concesiones mineras; leyes de 1924 sobre la protección de la industria nacional). A estas medidas, se añadiría el intervencionismo económico del estado que se iniciaría con las distintas leyes de ordenación de diversos sectores claves para la “economía nacional”, como la banca y los ferrocarriles. Con la dictadura de Primo de Rivera se acabó consolidando el modelo proteccionista, nacionalista e intervencionista que se venía gestando desde los primeros años del maurismo.

¿Es reversible la 2ª globalización?


Si las innovaciones técnicas de la segunda mitad del siglo XIX facilitaron la actividad global de las grandes firmas monopolistas en exclusiva, la 3ª revolución industrial ha hecho posible una globalización generalizada en la que en principio puede participar cualquiera. Tanto la General Motors como una micro-empresa de videojuegos con cuatro trabajadores pueden ser miembros activos de la actual globalización. Se trata de una globalización omnímoda que lo abarca y comprende todo.



Pero al mismo tiempo que se presenta como un mundo lleno de oportunidades para todos, en realidad es más exclusivo y excluyente que el mundo de la primera globalización. Durante la 1ª globalización, existían grandes firmas monopolistas que gozaban de enormes ventajas. Pero estas firmas no lo abarcaban todo. En realidad, eran una minoría que dominaba ciertos sectores de forma más o menos exclusiva, pero la mayoría de los sectores seguían aún sin grandes firmas ni grandes monopolios acaparadores. Además, la mercantilización aún no abarcaba a todo el planeta. La agricultura de subsistencia continuaba siendo la principal fuente de empleo (los fertilizantes químicos se empezaron a emplear en los 1904s). Se podía vivir y trabajar al margen de la globalización.

En la actualidad nada escapa al control y al abuso de los monopolistas. Cualquier sector industrial, agrícola, financiero o de servicios está sometido a unas pocas firmas globales que controlan todo el mercado. Resulta difícil imaginar un sector que aún no haya sido mercantilizado y caído en las redes de un monopolio. La inmensa mayoría de los negocios no monopolistas, pequeños o grandes, PYMEs o micro empresas, son simples subcontratistas subordinados de los monopolistas globales. La financiarización coadyuva la rápida formación de monopolios globales en sectores nuevos y en cuestión de meses cuando no de días. El único futuro que espera a una firma globalizada es el de convertirse en un monopolio o el de ser absorbida por un monopolio. Es a lo que juegan las famosas startups de los nuevos emprendedores.

Si las multinacionales de 1ª generación eran capaces de evadir ciertos impuestos, las actuales firmas monopolistas transnacionales pueden evadirlos prácticamente todos. La actual globalización no tendría sentido sin la existencia de paraísos fiscales. En realidad, pagar impuestos se ha convertido en parte del departamento de relaciones públicas de las empresas. Apple no solamente se gusta a sí misma con inteligentes denominaciones para sus nuevos productos sino que alardea sin rubor sobre sus astutos trucos para evadir impuestos bautizándolos como “Double Irish with a Dutch Sandwich” (Apple, FaceBook, Google, Microsoft, Oracle Corp y Pfizer Inc., utilizan este tipo de entramado de filiales, dos de las cuales situadas en Irlanda figuran como el "pan" del bocadillo y una en Holanda como el "queso"; mientras que la filial en los paraísos de las Bermudas o las Caimán es la receptora de las ganancias).

Si la polarización social llegó a cotas de escándalo durante la primera globalización, en la actualidad dichas cotas han sido superadas varias veces y no paran de aumentar de forma exponencial.

En la segunda globalización los impuestos recaen casi exclusivamente sobre la clase trabajadora cuyos salarios reales no hacen más que reducirse día a día a golpe de flexi reformas laborales. Como el sistema depende del consumo, éste sólo ha podido mantenerse hasta ahora gracias al endeudamiento masivo de las familias obra y gracia de la desregulación financiera, la especulación desenfrenada y los rescates públicos de los especuladores.

El sistema entró en situación de crisis de sobreproducción hace años. La misma sobreproducción engendra que los capitales no invertidos en la producción vayan a las finanzas, a la especulación y a las burbujas, las cuales pueden dar la sensación de que el sistema no colapsa,…, durante un tiempo. Con el crac de 2008 esto se acabó. La fase actual, más prosaica, es la del estancamiento y la depresión sin luz al final del túnel. La depresión monopolista.

¿Es posible la vuelta a un mundo de tarifas y cuotas? ¿Es posible la emergencia de bloques regionales de inversión y comercio? ¿Es posible la vuelta al nacionalismo económico? Cuando se frenó la 1ª globalización, cuando se levantaron barreras contra las multinacionales, cuando se estableció un legislación anti-monopolios en EEUU, los monopolios controlaban sólo unos pocos sectores de la economía. Los sectores no monopolistas constituyeron la base del nacionalismo económico que sustituyó a la globalización. En la actualidad esta base no existe. No quedan nichos suficientes al margen del control monopolista global para plantear una alternativa dentro del sistema.

Por lo tanto, el colapso de la 2ª globalización será un colapso sin recambio posible dentro del sistema.

Documentación sobre la 1ª GM

Geoffrey G. Jones: Nationality and Multinationals in Historical Perspective 2005

Norman Angell, The Great Illusion: A Study of the Relation of Military Power in Nations to Their Economic and Social Advantage, G.P. Putnam, New York, 1911

Hilferding Rudolf, El capital financiero, TECNOS, Madrid, 1973, (cap 13, 14)


DAVID SINGH GREWAL: What Keynes warned about globalization

Pierre Broué: Revolution en Allemagne. París 1971