15/2/13

Deslocalización vs Externalización


English translation

Ravi Bhandari (La Corporatocracia y la Crisis Global): "Los oligolopolios globales que dominan la economía mundial en la actualidad, están plenamente financializados. Ya no puede hablarse de un puro “sector financiero” (bancos, compañías de seguros, etc.) por un lado y de un “sector productivo” por otro. La corporatocracia global, compuesta por unos pocos oligopolios industriales-financieros gigantes, controla la tecnología, los recursos naturales, las finanzas, las comunicaciones y la información del planeta." ..."Muchos analistas separan y diferencian un supuesto artificial y negativo “capitalismo financiero” de un supuesto “capitalismo real” positivo, creador y productor de utilidad real. Pero se trata de las dos cara de la misma moneda. Los mismo oligopolios poseen las grandes corporaciones industriales y las grandes instituciones financieras."


Deslocalización y externalización


Deslocalización: el proceso de producción se divide en matriz y filiales o subsidiarias en otros países, a efectos estadístico-contables se trata de "inversión extranjera directa". La jerarquía de una cadena de producción integrada verticalmente (matriz, filiales), es garantía del control por parte de la corporación. La deslocalización, aunque busca reducir costes, implica una cierta extensión de la estructura de costes, condiciones laborales, responsabilidades medioambientales, etc., y la obligación de mantenerse en el “sector formal” de la economía.

Externalización: cuando una empresa desintegra el proceso de producción y lo subcontrata a uno o varios proveedores independientes, manteniendo el control efectivo sobre el proceso global de producción. En este caso, las ventajas en cuanto a "responsabilidad" y costes son evidentes. La corporación se desentiende de las fechorías laborales y medioambientales de sus subcontratados que ya no tienen porqué mantenerse en el “sector formal” de la economía. La externalización tiene el handicap de la pérdida de control directo sobre segmentos clave de la estructura productiva empresarial.

 A diferencia de la deslocalización, la externalización elimina la partida "inversión exterior directa" y hace desaparecer los flujos de capital en forma de “repatriación de beneficios” (que habría que declarar) . Los beneficios (rentas de monopolio) se capturan manipulando los precios de los inputs y los outputs, es decir, los “valores añadidos” de la cadena de valor, a favor de la corporación dominante. Los beneficios, "aparecen" mayoritariamente en ciertos eslabones de la cadena, convenientemente situados en paraísos fiscales. La firma "aflora", a su voluntad y conveniencia, los beneficios que le interesa declarar.

De acuerdo con la definición (restringida) convencional, sólo el primer tipo de empresa es una "empresa transnacional". En la práctica, las más poderosas compañías transnacionales han externalizado la mayoría de sus operaciones. Una definición más apropiada a la realidad sería la del economista Peter Dicken que define la corporación multinacional como "una firma que tiene el poder de coordinar y controlar operaciones empresariales en más de un país, incluso sin la propiedad de las misma".

Que es mejor para el capitalista, ¿la “deslocalización” o la “externalización”?


La cuestión, evidentemente, está en el riesgo de “pérdida del control” sobre una cadena de producción totalmente desintegrada. Un revolución en China (o una huelga general indefinida), por ejemplo,  significaría el colapso operativo de un gran número de compañías transnacionales, dada la casi total dependencia respecto a los proveedores instalados en aquel país. Incluso un conflicto "menor" como podría ser una huelga en una sola empresa como Foxconn, que trabaja para la mayoría de marcas de la electrónica, podría significar el colapso de todo el sector. 

Durante las primeras fases de la globalización neoliberal, los monopolios temían la pérdida de control y preferían la deslocalización; pero a medida que aumentó su concentración y se reforzaron sus posiciones de monopolio/monopsonio, la opción externalizadora, más eficiente y golosa en términos de captura de beneficios, pero más arriesgada en términos de riesgo sistémico,  se ha ido imponiendo con fuerza hasta convertirse en la opción dominante. 


Aunque la deslocalización industrial norteamericana sigue aumentando, es la externalización la que ha tomado la delantera, de forma que ya representa más de las tres cuartas partes del comercio China-USA.

Boeing construye su moderno 785 Dreamliner externalizando el 90% del valor del avión (solo retiene el ensamblaje final en su planta de Everett, Washington.

Coca-Cola, por ejemplo, no posee u opera ninguna planta embotelladora en Colombia. Ningún vínculo contable relaciona las plantas embotelladoras subcontratadas, bajo franquicia, por la marca norteamericana. Coca-Cola ha externalizado, no sólo el riesgo comercial y sus responsabilidades por polución, sino también la explotación violenta de sus 10.000 trabajadores a contrato temporal, por 80$/mes, sin vacaciones, pensiones, seguro, ..., y sin derecho a rechistar (9 sindicalistas asesinados por escuadrones de la muerte). No hay beneficios a “repatriar”. Coca-Cola captura sus rentas de monopolio vía pagos por patentes, materias primas y franquicias. De esta forma el “valor añadido” brota “comercialmente” en las fuentes de la matriz Coca-Cola mientras que las fuentes colombianas se secan por momentos.


Comunalizacion de proveedores


Una vez constituido un oligopolio vendedor (GM, Ford, Chrysler, Toyota, Honda y Nissan), su control total del mercado les permite actuar como oligopsonio frente a sus proveedores. Estos proveedores, enfrentados a un único comprador, se ven obligados a reducir a la mínima expresión sus costos operativos. La competencia desenfrenada entre ellos elimina rápidamente a los menos eficientes y sólo sobreviven algunas firmas a base de sueldos ínfimos y economías de escala, convirtiéndose a su vez en monopolios (bottom up monopolios). Es decir, se produce una verdadera comunalización de los proveedores de forma que todas las firmas del oligopolio vendedor adquieren sus componentes y piezas a un único proveedor.

GM, Ford, Chrysler, Toyota, Honda y Nissan tienen como suministradores "just in time" a unas pocas firmas proveedoras (monopolios proveedores) y, aunque los vehículos parezcan diferentes y luzcan diferentes nombres, la mayoría de sus piezas provienen de una misma factoría, o bien Collins & Aikman (C&A) o bien Medaldyne o bien Yuwei Plastics and Harware Product Company.

Acer Inc., Amazon.com, Apple Inc., Cisco, Dell, Gateway, Hewlett-Packard, Intel, Microsoft, Motorola, Nintendo, Nokia, Samsung, Sony, Toshiba o Vizio, dependen de, o bien de Foxconn, o bien de KYE, o bien  de Meital Plastics and Electronics, para ensamblar todos sus productos.

La "eficiente" comunalización de proveedores implica un grave riesgo sistémico. Si cualquiera de las grandes firmas compradoras falla, el proveedor común a todo el oligopolio puede ser arrastrado también a la quiebra dados los estrechos márgenes con que trabaja. Cuando tras el colapso de Leheman Brothers en 2008,  Chrisler y General Motors estaban técnicamente en bancarrota, Ford, su teórico aguerrido "competidor",  reclamó al Congreso de EEUU ayuda para rescatar a "sus rivales" (sic!). Allan Mulally, en CEO de Ford, explicaba que "la industria automotriz es totalmente interdependiente con respecto a nuestra base de aprovisionamiento, con una dependencia "común" de más del 90%" Es decir, reconocía que las operaciones del oligopolio norteamericano de la automoción,  GM, Chryslers y Ford, estaban fusionadas en un 90% y que el colapso de dos de ellas significaría el colapso de sus proveedores comunalizados y por lo tanto también el colapso de Ford..


Desintegración total. Compañías "Fabless"


Los primeros experimentos se desarrollaron en el sector de las TIC, el sector más fácilmente desintegrable. Antes de la década de 1980, la industria de los semiconductores estaba verticalmente integrada. Las empresas del sector dirigían sus propias factorías de fabricación de semiconductores y desarrollaban sus propios procesos tecnológicos para la fabricación de sus chips. El montaje, los tests de funcionamiento y el servicio de reparaciones, también estaban integrados en la cadena.

Tras los primeros experimentos de externalización total del proceso de fabricación (fab-less), en 1994, se constituyó la asociación "Fabless Semiconductor Association" (FSA), para "promover el modelo de negocio "fabless" a nivel mundial" y, en la práctica, organizar un marco de control operativo en base al poder oligopsónico de los asociados.


El poder de control de los monopolios

En la actualidad, muchas grandes corporaciones “industriales” no fabrican en absoluto, se han convertido en compañías fab-less, reteniendo, como mucho, los segmentos de diseño de marca, marketing, distribución o gestión financiera. Como buena parte de estos servicios también pueden externalizarse, hay muchas compañías que prácticamente no hacen nada: ni fabrican, ni reparan, ni diseñan, ni investigan nada (fab less/made less), firmas monopolistas absolutamente huecas, que desvían la mayor parte de sus enormes ganancias hacia la esfera del apalancamiento y la ingeniería financiera, la esfera de las fusiones y adquisiciones (absorbiendo cualquier sombra de competencia), alimentando las calderas de la financiarización.

Se ha producido una subyugación total de la economía real a la esfera financiera que controla y alimenta la monopolización de todos los sectores.

La asimetría de la “cadena de valor” global



Robert Feenstra y Gordon Hanson: “La asimetría de las estructuras de mercado en las redes globales de producción, con empresas oligopólicas en posiciones de liderazgo y competencia extrema entre los proveedores de segundo y tercer nivel, supone una fuerte presión sobre dichos proveedores que, al tratar de mantener ciertos márgenes de ganancia, deben mantener los salarios bajos y resistirse a cualesquiera mejoras laborales que podrían conducir a un cambio en el proceso de suministro hacia otra empresa o país".

Según los economistas neoliberales, la globalización significa la creciente subdivisión de los procesos productivos en una larga “cadena de valor” en la que los factores de producción participantes reciben su retribución de acuerdo con su productividad.

Estos economistas no se cortan un pelo asegurando, sin bochorno alguno, que la “productividad del trabajo” no depende de la empresa contratante sino de la ubicación geográfica de la fuerza de trabajo. Es decir, dos trabajadores gemelos, desempeñando idénticas tareas, empleados por dos empresas exactamente iguales, subsidiarias de una misma multinacional, situadas en países distintos, registrarían productividades distintas (cobrando sueldos distintos) según que el país esté situado en el Sur (sueldo bajo, productividad baja), o en el Norte (sueldo alto, productividad alta).


La realidad que se pretende ocultar es que las actuales estructuras de valor globales son cada vez más asimétricas: los cuarteles generales de las grandes corporaciones capturan la mayoría del “valor” (rentas de monopolio) mientras que el resto de la cadena de valor (externalizada), enfrentada al poder monopsonico comprador de la multinacional, se ve obligada a competir de forma suicida para acceder a las migajas que ha dejado la matriz.

 Como en el caso del sector de las Tecnologías de la Información, el poder oligopsónico (único comprador) de un reducido y exclusivo grupo de multinacionales (Apple, Sony, H-P, Motorota, Dell, Cisco, …), somete a sus subcontratistas (Foxconn, Solectron, Jabil, Celestica, Sanmina, Flextronics), sin posibilidades de contratar con otros clientes alternativos, a condiciones draconianas que éstos repercuten en sus empleados y subcontratados.

La intensa competencia entre suministradores y proveedores en el extremo malo de la cadena de valor, y el fiero oligopsonio de los compradores globales, arrebatan a los productores el fruto de su trabajo, engrosando las cuentas y el valor de los activos financieros en manos de una pequeña casta bien posicionada en el extremo opuesto de la cadena de valor.

La conexión entre Externalización y Financiarización


Según la literatura económica habitual, estos dos procesos, curiosamente paralelos en el tiempo, se analizan como su fueran completamente ajenos y no tuvieran nada que ver el uno con el otro.

Sin embargo, se trata de dos fenómenos que, no sólo son coetáneos y se influencian mutuamente, sino que están estrechamente conectados internamente. La creciente "financiarización" es la otra cara de la externalización industrial y los flujos de capital relacionados.La una no podría existir sin la otra, y viceversa.

Es la asimetría de las cadenas globales de valor la que permite desviar los enormes flujos de capital capturados por los monopolios en la esfera de la producción hacia la esfera de la intermediación y la especulación financiera que, a su vez, retroalimenta la concentración monopolista (fusiones y adquisiciones) y por tanto el progreso de la externalización.


Fueron las grandes corporaciones transnacionales las que propiciaron el desarrollo de los centros financieros "offshore" y los mercados monetarios internacionales para facilitar sus operaciones globales. La globalización de la producción jugó un papel primordial en la integración internacional de las finanzas.

Una consecuencia de la externalización ha sido el desarrollo de un déficit estructural entre EEUU y China (y otros países low-cost industrializados). A las multinacionales les interesa mantener bajos los tipos de cambio de sus plataformas exportadoras y altos los de los países consumidores. China y otros países exportadores, controlados por los monopolios transnacionales, son "obligados" a colocar sus crecientes reservas de divisas en bonos del tesoro norteamericano, aunque no generen rendimiento alguno. Esto permite mantener los tipos de interés bajos a pesar del enorme endeudamiento.

Con tipos de interés tan bajos:

a) los consumidores europeos y norteamericanos, con salarios a la baja, optaron por financiar su consumo con préstamos.
b) la banca expandió su negocio en busca de mayor rentabilidad a cambio de asumir más y más riesgo.
c) aparecieron sofisticados productos y derivados financieros alternativos, al margen del circuito bancario, de forma que cualquiera con abundantes fondos puede actuar como un banco, apuntando en sus activos "hipotecas", participaciones en derivados de "tarjetas de crédito", cuentas de crédito para estudiantes, derivados sobre tipos de interés o tipos de cambio, etc.

Externalización y nivel de explotación

 El avance imparable de la externalización monopolista es la demostración palpable del progresivo aumento del nivel de explotación laboral a medida que se consolida el capitalismo monopolista 2.0
 
Los monopolios 1.0 mantenían internalizadas la mayoría de sus operaciones. Internalizaban los "costes de transacción" (término acuñado por Coas, gran defensor de la bondad de los monopolios) porque reducían costes integrando tareas y trabajadores en su organización empresarial. Los monopolios 2.0, en cambio externalizan la mayoría de sus "costes de transacción" puesto que el liberalismo ha conseguido un entorno de condiciones de explotación laboral superior al de la fase anterior, con lo que reducen costes externalizando la mayoría de sus operaciones.

Más sobre el tema: John Smith: Imperialism and the globalisation of production

2/2/13

Biflación y precios de monopolio




ronald29780 :“Los precios de la formación local: corte de pelo / birra en el bar / pisito, en sintonía con las rentas familiares disponibles, respectivamente con la disponibilidad de crédito van a la baja. Los precios de formación internacional: petróleo y sus derivados, trigo, bienes exportables, están yendo parriba, recompensando el aumento de sus precios con bajadas de unidades vendidas."

E.J. Jobsbawm (Industria e Imperio): "Durante la Gran Depresión el nivel de vida de los obreros que aún tenían trabajo se mantuvo gracias a la caída del coste de la vida".

Biflación y precios de monopolio


Biflación: Un paradójico estado de la economía en el que la inflación y deflación ocurren simultáneamente.

La aparición del término "biflación" se atribuye al analista F. Osborne Brown, quien lo introdujo en 2003 al observar que ciertos grupos de activos se encarecían simultáneamente al abaratamiento de otros grupos.



La explicación más extendida es que a causa de la crisis se compran más productos básicos con lo que aumenta su precio, en cambio se dejan de comprar bienes no esenciales con lo que caen sus precios.

En los últimos años, este contraste entre los distintos sectores se habría exacerbado por factores internacionales. Los precios de los productos básicos han ido en aumento debido a que en economías emergentes como China, Brasil, India, el crecimiento ha sido fuerte y por lo tanto las materias primas han tenido una gran demanda, elevándose sus precios.

Precios de las "commodities" (materias primas y alimentos)

Tras el crac de 2008, la biflación se hizo aún más evidentes. Según algunos economistas, el aumento de precios de las materias primas y alimentos se debería a la especulación por la abundancia de fondos disponibles a causa de una política monetaria laxa. Por otra parte, el alto desempleo y la caída del poder adquisitivo han dado lugar a que se destine una mayor cantidad de dinero al consumo de productos esenciales (la inflación) y, por el contrario, se reduzca la parte destinada a artículos no esenciales o a productos que requieren crédito para comprarlos, como casas y automóviles (deflación).

Crisis, monopolios y biflación


Mientras que la estanflación se vinculó a la crisis de los años 1970s y se relacionó con el fracaso de las políticas anticíclicas keynesianas, la biflación es propia de la crisis y la depresión actuales y se explica por las particulares características de la misma. La biflación es un fenómeno perverso. Las crisis y depresiones con deflación eran menos excluyentes puesto que los precios bajaban junto a los salarios. Las crisis con biflación son excluyentes. Como la mayoría de los productos básicos provienen del sector monopolizado, cada vez más seres humanos quedan excluidos del sistema.

Las crisis capitalistas estallan tras períodos de fuerte desigualdad y polarización social que contraen el consumo y la demanda agregada.

Desigualdad y polarización social -->caída de la demanda -->sobreproducción --> caída de los beneficios empresariales --> caída de la inversión privada --> paro --> más desigualdad.

Polarización social y grandes depresiones

 Históricamente, cuando las crisis capitalistas degeneraban en Depresión, la deflación reaparecía en todos los sectores rebanando precios, salarios y beneficios. ¿Por qué esto ya no ocurre cuando estamos de lleno inmersos en la 3ª Gran Depresión?

 Desde finales del siglo XX la concentración del capital se ha acelerado extraordinariamente.

En la actualidad 10 empresas del automóvil detentan el 77% del mercado global; 2 aeronáuticas dominan el 100% del sector de grandes aviones; 5 operadores controlan el 83% de la telefonía fija, 3 operadores controlan el 77% de las infraestructuras de telecomunicaciones móviles, mientras que sólo tres controlan el 65% del mercado de móviles; 10 farmacéuticas controlan el 70% de los fármacos vendidos en el mundo; 4 tabaqueras suministran el 75 % del humo encajetado; sólo 3 empresas en el mundo fabrican cerca del 70 % de toda la maquinaria y equipamiento agrícola;... Entre 1980 y 2008 las multinacionales incrementaron sus inversiones directas en el exterior de 0,5 billones de $ a 13,6 billones. En 2008, el 37% de las acciones de empresas europeas pertenecían a inversores extranjeros.

Las 500 mayores multinacionales poseen el 80% del stock acumulado de inversión directa exterior mundial y acaparan el 50% del comercio internacional. Dominan todos los recursos naturales, controlan el desarrollo de las tecnologías actuales y futuras, controlan la mayoría de las agencias y medios de información y entretenimiento, imponen su influencia económica, política, cultural e ideológica sobre las naciones sometidas y propagan por doquier el credo neoliberal.

Su carácter multinacional-global les permite poner en competencia sueldos de aquí y allá, regulaciones medioambientales, laborales, mercantiles, fiscales, penales, financieras, etc. De ahí su cacareada “eficiencia” y “competitividad”. Eficiencia en explotar y competencia suicida entre sus flexibilizados explotados y subcontratados.

 El sector inflacionista (monopolista)


Las transacciones que tienen lugar dentro de una misma firma quedan fuera del mercado, por lo tanto, cuanto mayores sean las corporaciones menos espacio queda para el "mercado". Cada sector o empresa que es absorbido por una corporación monopolista, deja de operar en "el mercado". Por lo tanto los incesantes cánticos mediáticos a favor de la bondad y racionalidad de las indicaciones de los precios del mercado van destinados a una porción cada vez menor del tejido empresarial.

El privilegio monopolístico permite a las grandes corporaciones reducir a placer la producción para asegurar un buen nivel de ganancias manteniendo alto el nivel de los precios mientras las pequeñas y medianas empresas y los estados sucumben cediendo más y más terreno a las grandes corporaciones.

La Depresión en la etapa senil capitalista sigue teniendo las mismas causas que en las etapas anteriores:

Desigualdad y polarización social --> caída de la demanda --> sobreproducción --> caída de la inversión --> paro --> más desigualdad.

Pero en este caso la caída de la inversión no se debe a la caída de beneficios, sino al contrario, la desinversión y el paro cohabitan con altas e incluso crecientes tasas de beneficio monopolistas. De ahí que, a pesar de la crisis, la desigualdad y la polarización social sigan aumentando.


El monopolista puede operar reduciendo el nivel de producción y ofreciendo su producto a un precio mucho más alto, manteniendo o mejorando sus beneficios. El monopolista producirá donde su precio es mayor que su costo marginal. Al restringir la producción y aumentar su precio, el monopolista se asegura el máximo beneficio.

Sin competencia apreciable, no hay guerras de precios. Al contrario, para compensar la disminución de sus ventas, los monopolios multinacionales aumentan los precios en la proporción adecuada para mantener o aumentar sus beneficios.

 Si hubiera competencia no habría superbeneficios (rentas de monopolio). Las posiciones de monopolio u oligopolio inhiben la competencia y son sinónimo de superbeneficios. Una vez consolidadas sus posiciones a nivel global los monopolistas no compiten en precios sino que pactan o dictan precios y colaboran en las tácticas y estrategias para conseguir cotas más altas de explotación puesto que les beneficia a todos en conjunto.

Los hiper-beneficios no son pues el resultado de la inexistente "competitividad monopolista" o de su supuesta "eficiencia",  sino de la competencia entre los "no monopolistas", es decir, son el resultado de la deslocalización, la subcontratación, el abuso sobre las pequeñas y medianas empresas, la externalización de costos sociales y medioambientales, la evasión de impuestos, la corrupción y manipulación de los gobiernos e instituciones, nacionales e internacionales, la colusión con tráficos ilícitos y la especulación financiera.


 El sector deflacionista (no monopolista)


El mercado "competitivo" es para las empresas subcontratadas, para los antiguos empleados convertidos en autónomos, y sobre todo para los trabajadores amenazados por el paro o la deslocalización . La competencia es para el sector "no monopolista".

En un sector no monopolista en crisis (pymes, transportistas autónomos, viviendas en alquiler, chiringuitos playeros,  ...) , quien no baja los precios no coloca sus productos o servicios. En este caso, los consumidores resultan beneficiados y pocos de ellos quedan excluidos. En cambio en los sectores monopolizados, como el de las corporaciones energéticas, telecomunicaciones, ..., los precios "suben" durante la crisis y los beneficios aumentan a cargo de los clientes que, a falta de suministradores alternativos, sólo pueden optar entre pagar el recibo o quedar desconectados (quedan excluidos). Los monopolios privados compensan con creces la caída de la demanda subiendo sus precios aunque esto implique la exclusión y la marginación de buena parte de la población del planeta.



Así pues sólo hay deflación en los sectores no monopolizados. La competencia sólo funciona en los ámbitos y sectores no monopolizados. Sin sindicatos operativos y fuertes, los trabajadores, incluidos los mismos empleados directos de los monopolios, forman parte, junto a los pequeños empresarios, subcontratistas, autónomos, etc. del sector no monopolista que experimenta todo el peso de la deflación.

Tenemos pues una situación nueva con respecto a la Gran Depresión de los treinta. La depresión actual no se traduce en deflación generalizada sino en biflación. Los precios del sector no monopolista (trabajadores, pymes, autónomos, profesionales, ... ) se desploman.  En cambio los precios de los sectores y servicios controlados por las multinacionales y las materias primas, cada vez más concentradas en pocas manos y sujetas además a la especulación de los mercados, resisten o suben.

Destrucción "creativa" o destrucción aniquiladora


En la situación actual los monopolios transnacionales engordan con la depresión. Sin merma algunas en sus tasas de beneficio, permanecen sentados sobre enormes y crecientes cantidades de caja pero no invierten. En condiciones de sobrecapacidad la inversión huye hacia el capital ficticio y la especulación financiera, suministrando más y más pólvora para la concentración del capital.


Como en las anteriores depresiones, la crisis es el caldo de cultivo para la concentración monopolista y como puede observarse, el día a día de la crisis es el no parar en fusiones, agrupaciones, adquisiciones, ..., una carrera sin obstáculos hacia el monopolismo global.

La “destrucción creativa” que favorecía la salida de las crisis anteriores, se ha convertido en la “destrucción aniquiladora” que arrasa lo poco que queda del tejido empresarial no monopolista, sector tras sector.

Durante las anteriores depresiones, los supervivientes acaparaban los restos (factor trabajo y factor capital) de los vencidos para formar corporaciones y conglomerados más grandes y poderosos, con lo que los puestos de trabajo "formal" reaparecían en el nuevo tejido económico. En la actualidad, los sobrevivientes de la gran purga sólo acumulan "capital".  Los grandes monopolios transnacionales no construyen nuevas fábricas e instalaciones con los despojos de sus víctimas sino que disminuyen incluso sus propios activos y factores productivos, subcontratando, externalizando, (outsourcing), la mayoría de los procesos y servicios.

Subcontratación de servicios (services outsourcing)

No sólo subcontratan call centers, sino servicios esenciales clave (investigación y desarrollo, ingeniería y diseño industrial, gestión contable y auditoría, servicios médicos, servicios de abogacía, servicios financieros, ...) que desempeñaban profesionales y trabajadores especializados.


Internet y los nuevos desarrollos de las tecnologías de la información y la comunicación están ofreciendo a los monopolios transnacionales la posibilidad de engrosar aún más sus ganancias a costa de los salarios de los "altos empleados" que, hasta hace poco, estaban a salvo de la deslocalización/subcontratación. El deseo de subcontratar servicios sólo se convirtió en una posibilidad práctica tras los avances en las TIC de finales de los 1990s. Durante varias décadas la subcontratación estaba asociada a procesos industriales intensivos en mano de obra poco cualificada. En la actualidad, cualquier producto o servicio que pueda ser "entregado" instantáneamente, a través de una pantalla digital, con cero coste de  transporte, puede ser subcontratado.


Las universidades de China, India, Malasia,..., hierven con hornadas de millones de nuevos graduados en informática, economía, ingeniería, arquitectura, medicina,..., que acabarán sustituyendo a la clase media de los, hasta ahora, bien pagados profesionales del norte que se había librado, por el momento, de la eficiente competencia monopolista.

Así pues el siglo XXI será el siglo de los monopolios transnacionales, la Biflación y la Depresión Permanente. La salida de la crisis poliédrica global  sólo será posible si cambiamos el sistema.